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El parque infantil. Parte V
Por Ángels Aguilera.
Hoy he vuelto al parque, Luz Marina no paraba de insistir y a mí ya no me quedaban excusas para negarme. No os imagináis los demonios que tengo que derrotar para que mis pies no se detengan y se den la vuelta. Mi hija se ha quejado un par de veces de que le hacía daño en la mano de lo fuerte que la tengo agarrada.
Hay un hombre en el parque, que viene con su Pomerania; Laika creo que se llama la perrita, y se sienta en un banco a leer. Sé que estoy paranoica, pero no sé por qué tiene algo que me hace chirriar los dientes; como cuándo arañas pizarra con las uñas. Luz Marina está enamorada de la mascota y se acercó a saludarla. Cuando vi que el hombre se agachaba para hablar con ella me puse en tensión y tiré de mi hija como una desquiciada. Quizás lo esté, quizás necesite ayuda profesional porque creo que me estoy volviendo loca. No me importan las miradas que algunas madres me echan. Me da igual si piensan que lo estoy.
Hoy hemos vuelto al parque, ¡no imagináis el esfuerzo que hago! Un segundo, solo un segundo que me he distraído con otra madre que me estaba saludando y Luz Marina ha salido disparada hacia la perrita. Antes de un pestañeo veo que el hombre agarra a mi hija y se la lleva. Grito sin poder articular palabra, solo grito. Salgo corriendo y tropiezo con algo, juguetes… no sé, estoy fuera de mí, llorando, gritando, intentando levantarme, pero no los veo y mi corazón se para. No puedo respirar. Miro por todas partes y corro sin dirección alguna llamando a mi hija. El resto de madres cogen a sus hijos y un par de ellas me preguntan e intentan ayudarme a buscar.
Saco el móvil y, como un autómata, marco el número de mi marido mientras alguien llama a la policía. Cuando llega yo estoy en shock, solo puedo llorar y nombrar a mi niña.Lo mir a los ojos y le digo “ lo sabía, sabía…”, no termino la frase porque algo en mi cerebro hace “clic”. Detrás de él está el banco donde se sentaba ese mal nacido y a través de las lágrimas que inundan mis ojos veo un objeto. Me acerco impulsada por una esquirla de esperanza y señalo el libro, es el Prisionero del Cielo de Carlos Ruiz Zafón. Me esfuerzo en hacer memoria… No recuerdo que llevase guantes. ¿Es posible un poco de luz en esta oscuridad que me invade? ¿Puede ser que sus huellas digitales estén impresas entre sus páginas?
Este relato lo ha escrito la gran Ángels Aguilera a quien nunca podré agradecer lo suficiente todo lo que me ayuda. Espero que te guste y lo compartas.