Elisa no sabía que la iban a asesinar. Bajó hasta el garaje buscando su coche, como cada día, y cuando metió la llave en la cerradura sintió una mano en el hombro.
Yo no sabía que me iban a asesinar. Me desperté más temprano de lo habitual porque tuve una pesadilla en la que alguien me perseguía. Bajé, como cada mañana, al garaje para coger mi viejo Seat Panda y antes de abrir la puerta noté que alguien me tocaba la espalda.
Yo no sabía que iba a asesinarla. Solo quería tocarla. Cada día caminaba por el garaje, tan elegante, con sus vestidos o faldas. Se contoneaba como si tuviera derecho a poner cachondo a cualquiera que la mira y eso no acarreara consecuencias. Yo la observaba desde mi garita de vigilante del parking. Toqué su hombro desnudo justo antes de meterse en el coche.
Se asustó, todavía era de noche y no esperaba una mano tocándola. Aquella mano fuerte, áspera y, sobre todo, ajena, no presagiaba nada bueno. Gritó y entonces él tapó su boca con fuerza y la empotró contra el coche.
Me di un golpe contra la parte superior del coche y me quedé un poco aturdida. No fui consciente de que alguien me estaba intentando violar hasta que noté cómo la mano que antes me tocaba la espalda se coló por debajo de mi falda y me arrancó las bragas como el que arranca una mora de un zarzal en agosto.
Mentiría si dijera que no me gustó el calor de su entrepierna, no es que yo haya tocado muchos coños en mi vida. Y es que el de ella se sentía tan apetecible. Cuando se dio cuenta de lo que pasaba intentó gritar de nuevo, así que tuve que agarrarla de la cabeza y golpearla con fuerza contra su viejo coche. Una vez, dos, hasta que entendió que era mejor no gritar. Aunque quizá se quedó inconsciente.
Perdió la consciencia tras el segundo golpe contra la chapa de su Panda, al que le hizo una abolladura y dejó una levísima mancha de sangre. ¡Qué disgusto se iba a llevar su padre cuando viera lo que habían hecho con su viejo Seat! El vigilante del garaje ya tenía vía libre para profanar el cuerpo de Elisa, a la que tanto había deseado durante meses, pero que nunca se había dignado ni a mirar a los ojos. ¿Timidez? ¿Cobardía?
Yo no soy un cobarde. Un cobarde nunca se atrevería a hacer esto por miedo a que le pillen. Un cobarde solo se masturba fantaseando con que viola a una mujer, pero nunca se atreve. Y yo sí lo estaba haciendo. Y me sentía tan bien que no tardé ni dos minutos en correrme.
Recuperé la consciencia y escuché un gruñido a mi espalda. También noté algo entre mis piernas que me costó descifrar. ¿Sería esto una continuación de la pesadilla que había tenido esa misma noche? No, no lo era. Alguien me estaba violando y, por el terrible dolor que noté en la frente, debió de haberme golpeado fuerte. Después del gruñido el tipo se relajó y entendí que ese sería mi momento.
Elisa, en un alarde de valentía, empujó al vigilante y consiguió zafarse de él. Este, con la polla fuera y desconcertado por el arrebato de la mujer, se recompuso y fue en su búsqueda. El garage estaba oscuro, y él se lo conocía como un ciego conoce el camino a la panadería.
La muy estúpida se pensaba que se iba a escapar. Podía haberse librado, pero tuvo que joderme. Me la encontré gritando en el suelo, se había tropezado con la cadena que le abro todas las mañanas para que salga del garaje. Mira que no acordarse…
Sentí la cadena alrededor del cuello. La misma cadena que cada mañana me abría el vigilante que ahora me estaba estrangulando; mis ojos se habían acostumbrado a la oscuridad y me di cuenta de que era él.
Elisa no pudo contarlo, el vigilante repitió con otra mujer al cabo de los meses. Un modus operandi tan idéntico no pasó inadvertido para el inspector Del Olmo y la subinspectora Saaavedra, , que fue la que tocó la puerta de la garita del vigilante del parking casi un año después de que Elisa se dio cuenta de que la iban a asesinar.
Angels Aguilera Lopez says
Muy interesante el relato desde los distintos puntos de vista. Me ha gustado mucho.
Gracias por contar conmigo.
gzescribano says
Gracias a ti, Angels.
Coro Comendador Regalado says
Hola; acabo de leer un retazo de tu novela Protegido, No lo sabia, me encanta! Gracias por compartirla, espero leer más para saber que sucede a continuación
gzescribano says
hola, el relato termina ahí, pero te invito a navegar por la web para leer el resto de los cuentos. Mil gracias.
Merxe says
Hola,
Me ha gustado mucho.
Una falta ortográfica ( garaje). Y un par de tiempos verbales que no concordaban…
Ánimos y adelante!
Un saludo
gzescribano says
hola
se puede escribir con G o con J, ambas están admitidas. No sé por qué pero siempre lo escribo así aunque se vea más correcto lo otro. Muchísimas gracias.
Ramón Tomé says
Un relato corto …pero intenso.
Y que al final aparezcan Del Olmo y Saavedra, me ha arrancado una sonrisa, casi carcajada 😉
gzescribano says
Me alegro por ello.
Sabina says
Me gustan los finales felices, y éste relato, no lo tiene.
Me gusta que unas veces esté escrito lo que piensa la mujer y, otras, en cambio, sean los pensamientos del “malo”. Estar en la cabeza de uno y luego en la cabeza del malo, ha resultado muy interesante.
Gracias por el regalo.
gzescribano says
Hola, SAbina, gracias, pero en temática policiaca nunca existe el final feliz: aunque se atrape al asesino siempre hay muerte. Gracias por comentar y por leerme.
olga says
Me ha gustado mucho
gzescribano says
Hola, Olga, pues muchas gracias.
Mercedes Morillo Aracil says
Tiene continuación?? Me ha gustado, es rápido de leer, pero te quedan ganas de más.
gzescribano says
Hola, Mercedes.
No, estos relatos son así. Relatos cortos con toda la acción condensada.
Me alegro mucho de que te haya gustado.
Mil gracias
María says
Otro más que leo, y me ha encantado, son muchos los que han dicho de la maravilla del enfoque visto desde víctima y agresor, y me unoooo.
Me encanta leer, pero por regla general, cuesta bastantes páginas engancharse y quedarse con nombres, sitios, la trama… pero es que tú haces que parezca fácil.
Voy a por más.
Gracias.
gzescribano says
Graciasss de nuevo. Me alegra mucho que te gusten. Los relatos cortos son así, hay que dar “el puñetazo” pronto.