Robin era un joven zombi de clase media. Vivía en un bonito cementerio de Jaldabaoth, junto a sus padres y su hermana. No disfrutaban de grandes lujos pero nunca les faltaba de nada. En su mesa siempre había buenos platos de sesos, carne putrefacta de calidad y algún que otro globo ocular. Dormían en unas espaciosas tumbas con pocos gusanos y con gran cantidad de ratas que cazaban para el aperitivo. Además, tenía grandes amigos que siempre estaban a su lado, con los que disfrutaba de grandes momentos de diversión en el instituto y en las calles. Siempre estaba dispuesto a ayudar a los demás, bien fuera con las tareas académicas, bien con la búsqueda de seres muertos para llenar las despensas de todo el pueblo. Robin era considerado como uno de los mejores y más brillantes zombis de Jaldabaoth.
Pero cuando aparecieron los vivos, todo su pequeño universo se derrumbó.
Los vivos aparecieron una fría mañana de verano, y su impacto destrozó los cimientos de sociedad zombi. Al principio deambulaban solos y causaron muy pocos problemas. Tan solo querían robar los dientes de los zombis, para hacerse dentaduras y poder masticar en condiciones. Los vivos llegaron al mundo sin dentadura. Se les veía por todas partes chupando frutas, caramelos o cualquier alimento blando que se encontraban en la basura. Era realmente asqueroso.
Pero lo peor vino cuando se organizaron en grupos.
Organizados,los vivos eran capaces de arrasar cementerios con decenas de familias de zombis. Comenzaron por cortales los brazos y arrancarles las mandíbulas enteras, pero después descubrieron su punto débil.El que acababa con cualquier atisbo de vida zombi y convertía la intervención dental más fácil.
Y entonces se vino el apocalipsis.
Jaldabaoth era un lugar tranquilo donde las noticias tardaban en llegar, y por ende, también los vivos. Por ello, los habitantes del lugar, apenas dieron importancia al apocalipsis vivo.
Hasta que sucedió lo inevitable.
Robin jugaba con sus amigos en una morgue en ruinas. Allí estaban Dunia, Yeyo, Luto y Siria. Robin estaba enamorado en secreto de Siria. Su desgarrada piel, su pelo lacio y sucio, su vestido de novia raído, sus ojos inyectados en sangre y sobre todo sus enormes dientes negros , habían sido fuente de envidias por el resto de las chicas del instituto. Pero además él amaba su personalidad, su forma de mirarle y de sonreír. Habían compartido muchas noches juntos y una de ellas estuvieron a punto de besarse. La timidez de ambos se lo impidió.
Aquel nefasto día estaban jugando a pasarse con una sola mano tarros de cerebros en formol. A quien se le cayera, debía comérselo entero. A pesar de ser todo un manjar, comerse todo un cerebro podría provocarles una indigestión. Y una indigestión zombi no era algo agradable.
Estaban tan ensimismados en el juego que no les vieron venir.
—Dunia,¡cuidado!—gritó Robin.
Dos vivos habían aparecido de la nada, sujetaron a Dunia por cada brazo, y un tercero clavó un hacha en su cabeza. Cayó fulminada.
Los demás empezaron a correr despavoridos, pero los vivos eran más rápidos y consiguieron rodear a Siria. Robin se abalanzó sobre el vivo que portaba el hacha. Consiguió arrebatarsela, pero el vivo se deshizo de él con un fuerte empujón que lo tiró al suelo. Aparecieron tres más, que rodearon también a la muchacha. Yeyo y Luto cogieron a Robin de los brazos y tiraron de él arrastrándolo.
—¡Dejadme, tenemos que ayudarla!—dijo tratando de escaparse de sus amigos.
—Ya es tarde Robin, no podemos hacer nada, son más que nosotros y van armados—replicó Luto mientras le arrastraban para ponerle a salvo.
Los gritos de Siria percutieron el oído de Robin y le sumieron en la oscuridad.
Por fortuna, esos vivos estaban de paso y no volvieron a causar incidentes en Jaldabaoth. Pero ya nada fue lo mismo. La pandilla de amigos se había disuelto, y Robin no podía quitarse de la cabeza los gritos de Siria. Se pasaba día y noche acurrucado en su tumba, y su familia no era capaz de hacerle reaccionar.
Dejó de comer.
Su madre estaba desesperada y pidió a sus amigos que fueran a ayudarle. Yeyo y Luto se presentaron en el cementerio de Robin. E iban armados con huesos a los que habían tallado un extremo para convertirlo en punta. No hizo falta decir nada. Los tres muchachos salieron a cazar.
Y cazaron.
Durante la siguiente semana, esperaron agazapados en los árboles junto a la carretera. Cuando algún grupo pequeño de vivos tenía la mala fortuna de perderse por allí, los masacraban. Los tres amigos se dieron festín tras festín de carne, sesos y ojos frescos.
Robin estaba cambiando, esos baños de sangre le hacían olvidarse momentáneamente de Siria. Ya no recolectaban animales muertos, ahora recolectaban personas vivas para alimentar a sus familias, que, si bien al principio mostraron sus reticencias, poco a poco se empezaron a aficionar a la carne humana fresca.Y esa afición se extendió por Jaldabaoth.
Los zombis decidieron que había llegado el momento de contraatacar. Con Robin como líder, se organizaron en grupos más y más numerosos , y se fueron armando cada vez más y mejor. Así dieron caza a las,cada vez más numerosas, hordas de vivos que pasaban junto a Jaldabaoth.
En una de esas orgías de sangre reconocieron a los atacantes de la morgue.
—Mira Robin, esos fueron los que acabaron son Siria y Dunia—dijo Yeyo.
—Son ellos—confirmó Luto.
—Es él—Robin señaló al vivo que había acabado con el cerebro de Dunia de un hachazo y que probablemente habría hecho lo mismo con el de Siria.
Robin sintió unas enormes ganas de venganza, pero había algo que le paralizaba. Cuando vio los dientes de Siria en la boca de ese vivo, la ira estalló dentro de él y atacó con dureza. Se lanzó contra el vivo y tras una breve pelea Robin pudo ponerse encima suya e inmovilizarlo. Levantó su hueso y se dispuso a clavárselo en el pecho. Pero se detuvo, a escasos centímetros de su esternón; los dientes de Siria no podían acabar así.
Le mordió en la carótida y le dejó desangrarse hasta morir.
Entre los tres amigos llevaron el cadáver al pueblo y lo metieron en una profunda tumba abierta.
El vivo volvió.
El vivo cambió.
—¿Te gusta?—dijo Robin cuando despertó.
El no-vivo se miró las manos, los brazos y el resto del cuerpo. Se sintió confuso, aturdido, pero enseguida comprendió lo que había sucedido.
Y sonrió.
Y Robin reconoció en él la sonrisa de Siria.
—¿Crees que me voy a poner a llorar o a lamentarme?—contestó—.Tengo hambre—. El no-vivo trató de incorporarse y salir de la tumba, pero Robin le golpeó con un enorme hueso y cayó hasta el fondo.
—Tú no—le dijo muy serio—.Permanecerás en tu tumba y solo comerás gusanos y ratas. Si sales, acabaremos contigo. Gracias a ti, sabemos cómo.
El vivo se estremeció al oír aquellas palabras, volvió a intentar subir pero tanto Yeyo como Luto se unieron a Robin amenazantes. No podía hacer nada.
El mundo había cambiado, y Robin aceptó que habría que luchar. Habría más vivos como ese hombre y todos acabarían muertos o no-vivos.
El no-vivo volvió a mirar a Robin y abrió su gran boca, esta vez para gritar con todas su fuerzas.
Y Robin no supo si sentirse feliz o triste al ver aquellos bonitos dientes negros.
Este relato está escrito para el Reto de escritura creativa #OrigiReto2019 que co-organizan Stiby (@Stiby2) y KATTY (@Musajue,), del cual podéis encontrar las bases, pegatinas, Ranking de participantes, cómo apuntarse y datos varios en esta entrada de mi blog (La Pluma Azul de KATTY) y en esta otra de Stiby (Solo uncapítulo más).
Pirra Smith says
Hola me ha resultado un relato un tanto desagradable, que supongo que era la idea, al describir de esa manera el mundo de los no-vivos. Me ha gustado mucho como lo has estructurado y la historia en sí, aunque hay partes que me ha costado leer, sinceramente. El final me ha parecido perfecto.
Muy bien traídos los objetos.
Me ha gustado mucho 🙂
gzescribano says
Sí, releyéndolo hay cosas que cambiaría.Pero las prisas y tal. Muchísimas gracias por pasarte y comentar. Un saludo
Vanessa says
Me ha gustado mucho el cambio que sean los vivos los “malos” y los civilizados y con pensamientos los zombis. Un cambio a lo rutinario del género y hecho con buen gusto.
En mi caso no veo que sea muy desagradable. Creo que te has centrado bien en los elementos pero al no describir en exceso, lo haces ameno. O quizás no soy objetiva porque he leído un par de libros sobre zombis y al ser más hard, ya todo me parece suave 😀 jajaja
Ya tengo ganas de leerte el siguiente relato que nos presentes :3
gzescribano says
Gracias Vanessa por tu comentario. También admito críticas, eh; es más, las deseo. Saludines.
Chery says
¡Hola!
Buenísimo, no soy fans de los zombis, pero no voy a negar que ha sido diferente a lo que normalmente se escribe sobre ellos, engancha y se entiende perfectamente.
gzescribano says
Hola Chery, gracias por tu comentario. Me alegro mucho de que te haya gustado. Un saludo
Wild Wise says
Buenas
Me parece muy buena la idea. La importancia del punto de vista es crucial, no olvidemos que la historia la pueden escribir muchos y sólo leemos la parte que nos llega. Es un experimento increíble.
Si me aceptas un pero, creo que la palabra “vivo” se repite demasiado. No se me ocurre cómo sustituirla, pero creo que le daría mejor sonoridad al relato.
Nada más, ¡excelente trabajo!
gzescribano says
Muchas gracias por el comentario y por el consejo. Tienes toda la razón sobre la redundancia de la palabra, tengo que reescribir más. Un saludo
Stiby says
Muy buenas!
Me ha gustado mucho como enfocas este relato, hacer la sociedad desde el punto de vista de los zombis. Me ha resultado raro el tema de los dientes y no lo he entendido bien ¿por qué roban dientes? jajaja
En general me ha resultado muy ameno y me ha gustado la forma de reflejar a los zombis, como protagonistas al otro lado del apocalipsis vivo jaja. Interesante vuelta de tuerca.
gzescribano says
Hola, muchas gracias por el comentario. Lo de los dientes está explicado en el texto, donde indica que los vivos llegaron al mundo sin dientes y tienen que chupar para alimentarse. Descubren que los dientes de los zombis son buenos y se lo roban para usarlos de dentadura. Sé que es raro, pero ¿qué hay más raro que un muerto viviente?. Un saludo
Ramón Tomé says
Se que el relato tiene ya un tiempo, pero yo lo he descubierto hoy y me he reído un buen rato.
Una història que le da la vuelta a la tortilla de la moda que hay actualmente con los zombies y que…..quien sabe si no puede ser tan real o imaginaria como las otras.