Se la ha follado.
Y se queda tan ancho.
Vaya padre. Yo qué culpa tenía de ser así, de ser tan…Ya no sabía ni cómo llamarme, porque autista me habían dicho que no.
Raro.
Friki.
Especial, dice mi madre.
¿Pero mi padre?
Era solo una paja, papá, con la vecina. No tenías que montarme ese escándalo.
Y menos mentirla a ella para follártela.
No te odio, pero no te soporto.
Como dicen en las películas, la venganza será terrible.
No sabía como, pero me vengaría.
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Se la está tirando. Se la está tirando en toda mi cara.
Dos años de sonrisas en el ascensor. Dos años de pedirle sal o cualquier cosa solo para verlo sonreír. Dos años de estar pendiente de sus movimientos para cruzarme con él en el portal. Dos años esperando que diera un paso y a por todas.
Y resulta que en lugar de follarme a mí se folla a mi hija.
Los mato. Te juro que los mato.
Eso no se le hace a una madre.
Me estaba volviendo a volver loca. ¿Cómo podía pensar algo así?
Mi pobre hija, el cerdo de Arturo la había desvirgado. Y no solo me dolía eso, sino que ella ni me lo había contado.
Bueno, quizá me lo merecía. Nunca había tenido el valor de hablar con ella abiertamente de hombres. ¿Pero de qué iba a hablar? Ella me preguntaría si su padre y yo teníamos relaciones. Y no quería mentirla. Porque esas cosas se saben, los ojos y el lenguaje corporal lo dice. Y, vaya, que ya era mayorcita para que alguna vez nos hubiera podido escuchar, pero es que no había nada que escuchar.
Fede no me tocaba desde hacía años. ¿Por qué?
Porque ninguno de los dos quería, la verdad.
Pero Arturo, si tú supieras….
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