Tres fotos de tres cadáveres encima de mi escritorio me daban la bienvenida.
—¿Enseñas fotos así a los hombres que quieres seducir, subinspectora?
La subinspectora Olga Saavedra sonrió. Ella siempre llega a la comisaría una hora o más antes que yo y me deja el terreno preparado. Por muy curado de espanto que esté, aquellas imágenes no eran lo mejor para después de un café con churros.
En la primera imagen una mujer aparecía con el cuello partido por una barra de hacer pesas en un gimnasio. La segunda era de otra mujer estrangulada en el asiento de atrás de un taxi. En la tercera, una mujer colgaba de una soga atada a una cabeza de cocodrilo disecada.
—¿Todo de golpe?
—Pasó hace tres semanas, los días uno, dos y tres de marzo —dijo Olga
—¿Y por qué me entero de esto ahora?
—Porque pertenecen a jurisdicciones de la Guardia Civil. Nos han pedido ayuda.
Suspiré. Yo, personalmente, me llevo bien con los guardias civiles que conozco. Pero la rivalidad entre ambos cuerpos es conocida.
—¿Entonces tenemos que hacer solo trabajo de despacho?
Olga asintió.
Los informes redactados por la Guardia Civil indicaban que eran tres mujeres solitarias; sus amigos y conocidos apenas daban detalles de sus vidas. «Muy reservadas».
Del resto de pruebas posibles: ADN, huellas, teléfonos, ordenadores personales o cámaras de seguridad, las pesquisas no llevaban ningún lado. Era un claro caso de estancamiento.
—¿Has hablado con el responsable del caso de la UCO?
—Solo por email. En un rato nos llamará a los dos.
Llamó el teniente Vila de la UCO y nos pidió si podíamos alumbrarles respecto al perfil criminal del responsable del triple asesinato. Prometimos trabajar a fondo en ello.
—Tres crímenes, en tres días consecutivos a las tres de la madrugada aproximadamente. Podría decirse que tiene una obsesión con el tres, ¿verdad subinspectora?
—Es una persona culta, con conocimiento de la proporción áurea o también de las estructuras narrativas literarias o cinematográficas.
—Es decir, esto es como su obra de arte.
—Sí, y es narcisista al cubo.
—¿Ha trascendido a prensa?
—No, han vigilado bien las posibles filtraciones internas del cuerpo o en los juzgados.
Estuve un tiempo repasando los informes que ya había leído la subinspectora, que comenzaba a impacientarse.
—Se me ocurre una idea.
Olga me miró curiosa y expectante. Por una vez tenía una buena idea antes que ella.
Al día siguiente habíamos arrestado al culpable de los tres crímenes. Su foto corrió como la pólvora por las redes sociales, los telediarios y toda la prensa. La colaboración entre la UCO y el Grupo I de Delitos contra las personas había funcionado.
Nos reunimos con el teniente Vila en la comandancia de la Guardia Civil. Nos recibió un hombre atractivo de unos cincuenta años que nada más entrar me felicitó por la idea.
—Ahora solo toca esperar —dijo.
—Mi compañera y yo estamos convencidos de que la espera no será larga.
A las dos horas, los de centralita nos pasaron una llamada. Por la cara del teniente supimos de quién se trataba.
—Han cometido ustedes un terrible error —dijo una voz en el altavoz del teléfono.
La voz no era grave y tenebrosa, como si la hubiera sacado de alguna mala película de terror. Parecía la voz de un joven de no más de veinte años, con musicalidad en la entonación.
—No, el error lo estás cometiendo tú —dije adelantándome al teniente y a Olga—. Crees que no podemos rastrear la llamada y por mucho que te protejas con falsos geolocalizadores lo haremos. Además tu voz…
—No me tome por estúpido, inspector Del Olmo.
Escuchar mi nombre produjo en todos el mismo gesto de confusión.
—Sé que han querido tenderme una trampa con ese falso culpable de las noticias, apelando a mi orgullo. Soy vanidoso, pero no estúpido y no entra en mis planes entregarme. Ni cometer errores.
Olga apretó con fuerza los puños y el teniente hizo lo mismo con el arma que colgaba de su cinturón. La desenfundó cuando escuchó lo último que dijo la voz anónima:
—Claro que localizarán mi llamada. Sobre todo porque la estoy haciendo desde la casa del teniente Vila. Al lado de su mujer y de sus dos hijas. Sus tres mujercitas.
©Zarzo Escribano 2023
¿Te ha gustado este relato? Si quieres que siga escribiéndolos gratis para ti, puedes apoyarme comprando alguno de mis libos en Amazon. Pincha en el enlace que te corresponda según tu ubicación en el mundo, y hazte con alguna de mis novelas. Gracias por leerme.
Conchi says
Genial 👍👌
gzescribano says
Gracias
Angels Aguilera Lopez says
Wau!!! Una historia muy interesante y la has dejado en un punto q se me ha quedado esta cara😳😱 y un hostia!!! en la boca. Espero q no tardes en presentar el thriller.
Me gusta la idea de jugar con la proporción áurea.
gzescribano says
ey, gracias como siempre
Sabina says
No, la verdad, ya te dije que “para mi” está sin un buen final. Apenas lo empiezo y ya termina, sin hacer retenido sus nombres.
gzescribano says
hola, Sabina. Vuelvo a insistir: son relatos cortos, te invito a que no los leas y te hagas con alguna de mis novelas, que son largas, con personajes desarrollados y con tramas bien resueltas. Pásate por aquí. https://amzn.to/47Isogb
Mercè Morillo Aracil says
Buen relato, leído justo después de un capítulo de Memento Mori, me he imaginado al asesino.
gzescribano says
Muchas gracias, jaja, nada que ver con ese asesino con superpoderes. Disfrútalo.
Mon090 says
Guau!!! Qué inteligente el asesino. Me gustan mucho tus relatos. Y el vídeo del anterior…. Sin palabras, vaya dos buenos actores
Ramón Tomé says
De nuevo Saavedra y Del Olmo en apuros???
Tenemos nueva trama a la vista??
Siempre es un placer leerte, aunque nos dejes en ascuas y con la mosca detrás de la oreja….